Libro de Juan Andrés Meléndez
Una de las cosas que más llamó mi atención de la Torre Ancón, lugar donde residen los personajes de este libro, fue las excentricidades de cada uno de ellos. Pensé en las muchas historias que se acumulan en los pasillos y las paredes contiguas de nuestra casa o departamento, y en lo desapercibidas que pasan frente a nuestra existencia. 
Por esto, y por muchas otras cosas, Desde la Torre Ancón me sonaba a invitación, a chisme, a cotilleo, a curiosidad, y desde el diseño quise plasmar ese sentimiento. 
Como siempre, me gusta empezar por el final.
Ahora vayamos al inicio. 
Con Juanita, la editora de Nous, hacemos siempre videollamadas. Agobiamos al escritor con preguntas porque entendemos esto no solo como parte fundamental del diseño del libro, sino también como el mimo y el acompañamiento que merecen los autores que entran por las puertas de la editorial. De todos modos (que se entienda), no es para menos. En el diálogo se desentraman esas otras cosas que el autor quiere pero no sabe, o el diseñador cree pero no entiende. Así, y con la lectura del libro siguió la lluvia de ideas y la conceptualización, la cual plasmé en un moodboard, que, entre otras cosas, nos sirve siempre para que el escritor tome decisiones entre la carte de referencias gráficas y estilo que le suministramos. 
Algo que siempre puede pasar cuando invitas al autor a elegir entre cierta cantidad de opciones, es que termina sugiriendo una mezcla de varias, y con Juan no fue la excepción. Se inclinaba por un estilo semejante a la segunda referencia gráfica, pero con una paleta acotada, más parecida a la primera. Y en cuanto a la composición, necesitaba añadir a un personaje del libro que observa el horizonte desde el parque frente a la Torre Ancón. 
Desde hace un tiempo siento la necesidad de volver al papel, y que al menos, la mitad de mi trabajo sea en análogo, por lo que tomé las sugerencias de Juan, lápiz y papel, y empecé a bocetar. Luego, a pintar y recortar papel. 

Cuando tuve mis imagenes escaneadas, pasé a uno de mis software favoritos: Adobe Fresco. Me encanta principalmente por su carta espectacular de pinceles, que amo por su calidad y realismo. Allí terminé de hacer el arte para después pasar a la etapa de montaje en Illustrator. 
¿El resultado? 
SPOILER: aunque no te hablé de cómo construí los interiores, estos tienen un detalle "muy coqueto", como dijo Juan. Te muestro una página para que tengas muchas ganas de leerlo. 
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